A finales de julio pasado, durante los primeros días de las Olimpiadas de París 2024, una de las noticias anunciadas por el Comité Olímpico Internacional fue la inclusión de los videojuegos como parte de las competencias oficiales en los Juegos Olímpicos. La noticia sorprendió aún más pues se reporta que el primer país en apoyar este movimiento fue Arabia Saudita, incluso postulándose como sede de las primeras competencias olímpicas de videojuegos.
Con esto surgen algunas dudas como: ¿Qué tipo de videojuegos serán considerados para estas competencias? ¿Cómo llegaron los videojuegos a ser considerados un posible deporte olímpico siendo principalmente un medio de entretenimiento? ¿Son los videojuegos un producto meramente de entretenimiento?
Si bien, las competencias de videojuegos no son algo nuevo, es importante resaltar que el simple hecho de que ahora sean considerados para ser parte de los eventos olímpicos, nos habla del futuro de los deportes electrónicos y hacía dónde apuntará el rumbo de esta industria.
Desde sus inicios, los videojuegos han representado la punta de lanza del avance tecnológico en los campos de la informática y la ingeniería en electrónica, sin embargo, de a poco se fueron ganando un lugar en la cultura popular y en los hogares de muchas familias que han compartido este formato de entretenimiento desde hace más de cuatro décadas.
Fue en 1972 cuando la empresa Atari lanza el juego “Pong”, considerado el primer éxito en ventas masivas de esta industria emergente. Su popularidad logró que grandes corporativos se decidieran por incursionar en este nuevo mercado que resultaba atractivo para desarrolladores tecnológicos y sobre todo para los grandes empresarios que vieron una oportunidad innovadora.
Durante los años 80 era común que los jóvenes de la época se reunieran en salas de juegos o “Arcades”, pero la industria dio un nuevo paso hacia los hogares y las familias con la introducción al mercado de las consolas Atari 2600 y la Nintendo Entertainment System (NES). Esta última marcó un antes y un después con títulos icónicos como Super Mario Bros. y The Legend of Zelda, que no solo capturaron la imaginación de los jugadores, sino que también establecieron los cimientos de las franquicias que siguen siendo populares hasta hoy y que dieron inicio a la denominada “Era Nintendo”.
Llegada la década de los 90, la industria fue impulsada por la guerra de consolas que desató la rivalidad entre las empresas Nintendo, Sega y Sony. Para finales de los 90 y principios del año 2000, Microsoft se unió a esta competencia con la llegada al mercado de su consola XBOX, marcando otro punto importante pues ahora se trataba de una corporación que hasta ese entonces había estado enfocada al desarrollo computacional tanto de hardware como software, siendo mundialmente reconocidos por su sistema operativo Windows.
También con el nuevo milenio fue cada vez más común que cada hogar tuviera acceso a internet. La conectividad permitió la creación de plataformas de distribución digital como Steam, que revolucionó la forma en que los jugadores acceden y compran juegos. Esto, junto con el surgimiento de servicios para consolas conectadas a internet como la Xbox Live y la PlayStation Network, consolidó la importancia del juego en línea en la experiencia gamer.
Otro aspecto que se debe tomar en cuenta es que, para este punto, la industria había evolucionado a tal grado que los pequeños estudios que habían comenzado desde cero, ahora eran gigantes corporativos que lideraban el desarrollo de estos productos, salvo por Sony y Microsoft que ya eran grandes empresas cuando incursionaron en este mercado.
Por esto, para mantenerse vigentes y captar la atención de los jugadores, fue necesario invertir en grandes campañas de marketing y a la vez en proyectos que captaran la atención del público, requiriendo equipos de trabajo más grandes y segmentados en distintas áreas creativas, de desarrollo tecnológico, marketing y ventas, con el fin de lanzar un producto bien elaborado y distribuido en todo el mundo para las consolas del mercado.
En la última década, la industria del gaming ha seguido evolucionando a pasos agigantados. La llegada de dispositivos móviles y tablets ha democratizado el acceso a los videojuegos, haciendo que títulos como Candy Crush y Pokémon GO lleguen a audiencias masivas que antes no formaban parte del mercado gamer.
Además, el desarrollo de la Inteligencia Artificial (IA), la realidad virtual (VR) y la realidad aumentada (AR) han comenzado a hacer realidad lo que antes era ciencia ficción, ofreciendo experiencias de juego aún más inmersivas. A su vez, los servicios de suscripción y las plataformas para jugar en la nube, están cambiando el modelo de negocio, permitiendo a los jugadores acceder a una vasta biblioteca de juegos sin necesidad de poseer hardware o una consola como tal.
En cuanto a la economía, los videojuegos se han convertido en una de las industrias más rentables del mundo, superando a la música y al cine combinados. En 2023, se estimó que el mercado global de videojuegos generó ingresos por más de $200 mil millones de dólares, con una proyección de crecimiento sostenido. Se prevé que para 2025, este valor se acerque a los $300 mil millones. Nintendo, Sony, y Microsoft dominan el mercado, mientras que la competencia por el espacio en el metaverso está impulsando nuevas oportunidades de crecimiento.
La industria del gaming ha recorrido un largo camino desde sus inicios, evolucionando de simples juegos en 2D a experiencias inmersivas que abarcan múltiples plataformas y tecnologías.
Con su capacidad de innovación y adaptación, el gaming no solo es una parte integral del entretenimiento moderno, sino que también está liderando el camino hacia nuevas formas de interacción digital y social.